Origen del COVID19

El descubrimiento del nuevo coronavirus tiene su origen en un mercado de mariscos situado en la ciudad china de Wuhan. El primer caso notificado fue el de un trabajador del citado mercado, que ingresó en un hospital el 26 de diciembre de 2019 con neumonía grave e insuficiencia respiratoria. Tras diversos análisis se encontró en esta persona el séptimo coronavirus capaz de infectar a humanos, al que se denominó SARS-CoV-2. El SARS-CoV-2 guarda similitudes con los otros coronavirus conocidos, pero no es exactamente igual.


Su hallazgo se suma a cuatro coronavirus endémicos, conocidos hace tiempo y causantes del 20% de los resfriados comunes, y a dos coronavirus epidémicos aparecidos este siglo: el relacionado con el síndrome respiratorio severo agudo (SARS-CoV), descubierto en 2003, y el relacionado con el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV), aparecido en 2012. El nuevo coronavirus tiene muchas similitudes con todos ellos, especialmente con el SARS-CoV de 2003, pero también algunas diferencias significativas; de hecho, a los que más se parece es a otros dos coronavirus de origen animal.


Todavía no se conoce de dónde proviene el SARS-CoV-2, pero los investigadores siguen buscando cuál es su naturaleza y ahora emerge, de nuevo, con fuerza, la «teoría de la conspiración» y de una fuga de un laboratorio en China, en concreto del Instituto de Virología de Wuhan de «cuarto nivel» y donde se manipulaban virus de este tipo.


Se logró determinar que su propagación se produjo a través del mercado de animales de Wuhan y que pudo aparecer allí porque alguien, de forma involuntaria, se habría contagiado y «movido» por la ciudad y por el entorno más cercano, curiosamente el citado mercado. La hipótesis del virus manipulado perdió fuerza con el paso del tiempo y la presión del gobierno chino pero de nuevo surge con fuerza.

Fue la OMS (Organización Mundial de la Salud) la que dio un portazo a la hipótesis del virus de laboratorio declarando que era «improbable» aunque en mayo de 2022 se pedía investigar la posible «fuga» de un virus en el laboratorio de forma accidental. Así aparecen ahora elementos que hacen pensar en ello, el primero es el que muestra el senador Richard Barr, de la Comisión de Salud y Educación de Estados Unidos, donde, según información del diario «El Mundo»: «El informe recoge múltiples pistas sobre un accidente de laboratorio que permitió la fuga de un virus manipulado. En particular, parece poco probable que dos equipos de científicos del Ejército hayan logrado desarrollar una vacuna, lista en febrero de 2020, en menos de dos meses. Según los expertos que participaron en el trabajo, es mucho más probable que el equipo haya tenido acceso a la secuencia genómica del virus desde noviembre de 2019. Por lo tanto, los chinos serían responsables del descuido, incluso si la pista del mercado no está totalmente excluida».

Igualmente destaca un estudio, de 40 páginas, del equipo de investigación de Vanity Fair y de ProPublica, donde analizaron las comunicaciones de los laboratorios chinos y el Comité Central del Partido Comunista, «en noviembre de 2019 los laboratorios de Wuhan se vieron desbordados por una gravísima emergencia por la que se movilizó la cúpula del PCCh y, probablemente, el mismo Xi Jinping. Alarmas previas a la crisis por falta de recursos económicos y de personal para solucionar los complejos problemas que se presentaban. Un año antes del desastre, el director del instituto había escrito, en un artículo para una revista científica china, sobre los enormes problemas de seguridad en los laboratorios. Y advirtió: «La manipulación de virus en el laboratorio puede producir grandes beneficios, pero también puede provocar catástrofes» subrayan.

Como tercera evidencia se tiene otro estudio llevado a cabo sobre el Covid-19 por parte de un genetista estadounidense, una profesor de farmacología de la Universidad de Duke y un ginecólogo alemán, en el cual se pone de manifiesto el origen no natural del Covid-19: «el origen no natural del virus Covid-19 debe buscarse en el modo en el que son atacados los diversos segmentos del genoma. En la naturaleza, estas «bisagras» aparecen al azar y de forma limitada a lo largo de la cadena del genoma. Cuando hay intervención humana -muchos trabajadores en el mundo manipulan virus con fines de investigación médica y farmacológica- estos cortes son, sin embargo, mucho más numerosos y no aparecen al azar sino que están bien espaciados» aunque se les refuta con error en la metodología.

Sea como fuere parece que el Covid-19 se distingue claramente de otros coronavirus por su genoma que denotan «algo extraño» en el mismo y que sólo podría ser explicado atribuyéndolo a la intervención humana en un laboratorio, la manipulación genética que habría hecho posible un coronavirus letal para el ser humano.

¿Estos descubrimientos zanjan la controversia acerca del origen del SARS-CoV-2?

No, según observamos, existen dos teorías que podrían coexistir o resolverse optando por una de ellas. Es un aspecto esencial en salud pública poder determinar las cadenas de transmisión y buscar su procedencia. Por consiguiente, por un lado, parece evidente que la transmisión tuvo lugar en el mercado de Huanan. Sin embargo, aún persisten tres interrogantes fundamentales sin una respuesta concluyente. La primera, ¿cuál fue el punto de partida del virus? La segunda, ¿cuál fue el animal intermediario? Y la tercera, ¿por qué el genoma del virus no ha sido reproducido en su totalidad en ninguno de los CoV encontrados en murciélagos?

Para obtener respuestas concluyentes a estas preguntas, se requieren más estudios virológicos y genómicos, así como la colaboración del gobierno chino. Hasta ahora, este aspecto crucial no se ha materializado a lo largo de la evolución de la pandemia y parece improbable que suceda.

En cualquier caso, de todo lo expuesto se deducen dos conclusiones. En primer lugar, es esencial preservar el respeto hacia la naturaleza y es posible que, si no controlamos, continúen surgiendo nuevos agentes infecciosos en las cadenas alimentarias que pasen de los animales a los seres humanos. En segundo lugar, resulta de vital importancia implementar controles estrictos en los laboratorios de máxima seguridad y cualquier estudio de investigación debe sujetarse a los principios éticos de la práctica médica.

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